Alumnos que participaron del programa Ingeniería UC Desafiando Fronteras cuentan cómo fue su experiencia en África
17 estudiantes de Ingeniería UC estuvieron un mes en la ciudad africana Tanzania construyendo un orfanato, enseñando inglés a los niños y conociendo la realidad de una ciudad con alto...
Alumnos que participaron del programa Ingeniería UC Desafiando Fronteras cuentan cómo fue su experiencia en África
Hace unos días regresó el grupo de estudiantes de Ingenieros UC Desafiando Fronteras que el 14 de julio emprendió un viaje a África. El objetivo del viaje: potenciar la formación de profesionales conscientes de la realidad en la que viven y empoderados para generar un cambio en su entorno. Impulsado por la Subdirección de Emprendimiento Social de Ingeniería UC, este proyecto busca que los alumnos tengan el sello de un líder social y emprendedor, desarrollando y potenciando el pensamiento crítico y la vocación social.
Los alumnos trabajaron, durante su estadía, en la construcción de un orfanato, moviendo ladrillos un lado a otro de casi 15 kilos cada uno. También realizaron otras actividades como enseñar inglés a los niños o acompañar a quienes debían regar huertos o barrer la capilla. El grupo donó seis escritorios y 12 sillas para que los niños que están en secundaria puedan utilizar mobiliario de acuerdo a su tamaño. Tanzania, ubicado en la costa centro-este de África con aproximadamente 37,5 millones de habitantes, tiene un 36% de la población bajo la línea de pobreza.
Testimonio del alumno Jorge Geldres
Fue inolvidable. Un país social y culturalmente muy distinto a lo que estamos acostumbrados. Los niños del orfanato nos marcaron. Enfrentados a una gran pobreza material, nos hicieron reflexionar sobre las oportunidades que tenemos en Chile, que son muchas más que las que ellos tienen en el día a día.
Testimonio del alumno Sebastián Corthorn
El mayor aprendizaje que sacamos no fue del trabajo en sí mismo, ni de los sacerdotes ni de nuestros compañeros. El mayor aprendizaje viene de los niños. De Chile salimos con la idea y las ganas de trabajar mucho en la construcción y de enseñarle lo más posible a estos niños. Pero fueron ellos los que, a través de su alegría y fé, nos enseñaron a nosotros. Estos niños son pobres y a la vez son ricos. Son pobres porque su riqueza material es casi nula, y sus posesiones se pueden contar con los dedos: dos poleras, un pantalón, un calzoncillo, sandalias y su rosario. Pero poseen una riqueza espiritual muy grande. Esto último se ejemplifica con la despedida, en la que les regalamos una foto, una carta y una polera. Ellos, en cambio, nos regalaron la promesa de rezar todos los días por nosotros. Personalmente, creo que esa dedicación diaria de pensar en el bienestar del otro vale más que mil fotos, mil cartas y diez mil poleras.
Simon, uno de los niños del lugar, me preguntó si volveríamos el otro año. Le respondí que era difícil, que lo más seguro era que no. Y me preguntó: ¿Por qué es difícil? Y ahí no supe qué responder, porque ya no tenía la respuesta. Antes hubiera dicho: por la plata, por la logística, por los permisos, por el viaje. Pero después de verlos a ellos haciendo cálculos difíciles mentalmente, haciendo un compás con solo una hoja de papel, estudiando hasta muy tarde en la noche, después de ver a los ciegos haciendo figuras de arcilla. Después de ver a Joshua, un ciego, andando en bicicleta y a Baraka aprendiendo inglés tan rápido, nada parece imposible. Si estos niños, que ven a su familia (si es que tienen) una semana al año, que se duchan con agua de pozo, que comen con la mano y que juegan fútbol a pie descalzo son más felices que cualquiera de nosotros, entonces cambiar el mundo es más fácil de lo que creemos.
Uno aprende a disfrutar de las cosas sencillas, donde no se hacen planes, sino que uno vive cada momento sin pensar en mañana. Se extraña el estilo de África, el hakuna matata, un ritmo lento que te hace apreciar la maravillas del mundo. Ver felicidad en la pobreza y la miseria, donde la falta de oportunidades y de una familia pasan a segundo plano al tener un techo, comida y educación.
La palabra que más escuché en todo el viaje fue también la primera que aprendí en swahili: ASANTE, que significa GRACIAS. La gente agradecía cada instante, como enseñarle a los niños a jugar el cachipún, bailar el chuchu-ua, hacer una fogata, conversar con ellos. Volver a Chile es doloroso pero necesario para valorar las oportunidades que tenemos. No ha pasado más de un día desde nuestra llegada y siento que mi corazón se quedo allá, porque lo que se puede decir que entregamos allá, no esta ni cerca comparado a lo que recibimos… ¡ASANTE SANA!
Testimonio de Soledad Ferrer, subdirectora de Emprendimiento Social
Siempre he sido una enamorada de África por cómo te deja desnuda de cosas materiales y te hace conocer mucho. Desde que empecé a trabajar en la Escuela propuse buscar que los estudiantes pudieran vivir una experiencia así. Este viaje fue muy especial por el grupo de estudiantes. Todo un año de preparación, de actividades, de conocernos.
Profesionalmente busqué ayudar a cada uno a mejorar y potenciar sus liderazgos y cualidades. Trabajar con estudiantes es una experiencia impagable. Personalmente renové mi cariño por África, me encontré nuevamente con esa sencillez, dignidad, alegría y docilidad de la gente africana. Cualidades que intentó imitar para vivir como ellos.
Me traje a Chile la sorpresa de que cada estudiante logró enamorarse de todo en África, nunca me había tocado un grupo que se compenetrara tanto con la realidad y cultura africana (este es el cuarto grupo que llevo). Y la satisfacción de ver la entrega innovadora, alegre y constante de los estudiantes. Como conclusión la seguridad de tener que repetir esta experiencia para más estudiantes.
Cuando se junta la pasión y el corazón con la mentalidad de ingeniero que busca soluciones para transformar las vidas, que innova y propone para ayudar a los demás, creo que se vuelven imparables. Este grupo puso el corazón, la mente, la pasión, pero sobretodo una entrega desinteresada. Si trabajan así en su vida profesional, creo que transformarán esta sociedad.